Los sucesos que envuelven a este post transcurrieron hace
una década. Quien les escribe tenía en aquel entonces 9 años y se encontraba
frente a un suceso bisagra en su infancia: Su primer juego FIFA. Quizá
algún adulto superior a los 25 años que lea estas líneas creerá que es una
exageración especificar como una especie de auge infantil el recibir un CD con el nombre de un juego escrito en él, pero para la generación del 90’, FIFA
fue un estilo de vida, habiendo crecido nosotros al ritmo de cada salida de un nuevo miembro de aquella familia de juegos que nutren nuestras consolas desde hace casi dos décadas. En el caso de la primera vez que
recibí uno ellos, en el 2006, el fútbol era muy distinto respecto
al actual: Ronaldinho en Barcelona reunía todos los atributos para ser el nuevo
Diego Maradona, la dupla Van Nistelrooy-Rooney deleitaba a los aficionados del
Manchester United, Stam y Shevchenko eran titulares inamovibles del AC Milán, la
Juventus, con Cannavaro, Ibrahimovic, Thuram, entre otros en sus filas, aún no
había sufrido el éxodo post descenso, Kahn era la muralla del Bayern Munich y
el magistral Arsenal de Wenger aún disfrutaba a Bergkamp haciendo de las suyas
junto con Henry.
El plató era el fútbol pre-petrodolares, en un panorama
mucho más diversificado de ídolos, previo a la bipolaridad que Lionel Messi y
Cristiano Ronaldo tejerían mediante sus monstruosas performances. Puede verse a esta etapa como una
especie de resaca del fútbol en la década de los 90’, pero también debe
destacarse que era un juego mucho más físico, había menor difusión de las ideas
y el concepto de mourinhismo-guardiolismo, que en la actualidad divide los pizarrones tácticos simplemente
no existía. En dicho contexto, saldría a la luz el FIFA 06, el cual, por mi parte, le costó 20 pesos a mi mamá, quien me lo trajo como un regalo por haber
terminado el año escolar, o algo parecido.
Tras copiar el crack y realizar con paciencia la
instalación, comenzó el poder explorar, conocer y, por supuesto, jugar el game perteneciente a la saga más
emblemática de videojuegos de fútbol, sendero que nos dio la posibilidad de dar
rienda suelta a nuestra habilidad con (en mi caso) el teclado para vencer con
algún equipo de segunda inglés al mismísimo Real Madrid.
Pero además del fin de simular un partido, el FIFA tenía
ciertos pasillos donde uno podía entrever paralelismos con el mundo real más
allá de las licencias adquiridas de las ligas. Por mi parte nunca entendí
demasiado el sistema, pero a medida que ganabas partidos y alguna que otra copa
o campeonato, determinado número de puntos se acumulaban en tu perfil, los cuales
podías canjear en una especie de market que
venía incorporado al juego. En el juego venía disponible una entrevista con
Samuel Eto’o, y también se podían desbloquear estadios para disputar partidos. Pero lo
más interesante, lo más asombroso con lo cual me hizo topar aquel FIFA 06, fue
con un vídeo que contenía un conteo de los diez mejores goles en competiciones
europeas en los últimos años.
El ranking contenía grandes omisiones ya que predominaban tantos marcados en Francia e Inglaterra. Pero tenía algo asombroso
en su proyección, y no solo porque Paolo Di Canio, Eric Cantona y un joven
Wayne Rooney formaran parte de ella. Primero hay que situarnos en el contexto: 2006 (aunque en realidad 2005, ya que es el año donde se desarrolló el juego)
era una etapa previa al boom de YouTube, donde además el fútbol europeo llegaba
de manera limitada a la Argentina y más aún para los cuales en entonces no
teníamos cable. Había menos estadística y más mito, si se quiere. Aún no se
veía con la regularidad actual a chicos de 7 u 8 años con camisetas del
Manchester City o el Barcelona. Pero lo que dicho vídeo poseía también era la
musicalización más increíble que escuché jamás en mi vida.
La canción que acompañaba a los exquisitos tantos parecía
tener melodías tristes, opacadas, pero que juntas construían un sonar atractivo. Las notas musicales impactaban contra los oídos generando
una empatía difícil de definir y más aún a tan corta edad. El fuerte acento
inglés que sonaba en el tema elucubraba esa frialdad británica de día gris y
ventoso, casi al borde de recrearlo. En lo instrumental, la batería colisionaba
con un teclado de sonido pesado, mientras que las melodías más agudas corrían
por cuenta de la guitarra. Era una experiencia asombrosa.
Aquel FIFA 06 me duró un puñado de meses. Rápidamente fue
opacado por su consecutivo, el 07, y el disco hoy en día se encuentra perdido en algún rincón de mi
casa, si es que no cayó desgraciadamente en una bolsa de
residuos durante una jornada de limpieza. La canción quedó en algún lugar de mi
cabeza pero jamás la había vuelto a escuchar de nuevo. La creía expulsada por completo
de mis recuerdos.
La empatía que había logrado con ella también tenía un
trasfondo personal. Aquel FIFA 06 obsequiado era participe de días bastante
complicados en mi casa, debido al divorcio de mis viejos y el hecho de que,
como hijo único, quien les hable cargue con varias tensiones por tan
desgastante situación. La canción me chocaba, pero no me dolía. Parecía ser un
reflejo de mí día a día. Lo que vino después fue algo mejor que aquella nefasta
transición en aceptar la dinámica de mamá
y papá en casa a mamá en casa, papa
el fin de semana. Aquel vídeo, y en especial sus melodías, fueron un himno accidentado
de aquel triste episodio.
Pasó una década. EA
Sports, distribuidora del FIFA, pasó a priorizar más la humanización de los
gráficos que los elementos agregados al mundillo del videojuego. YouTube
aplastó cualquier corriente alterna de videos y la supremacía de PlayStation obligó
a los craneadores del game a construir en base a la tecnicidad y jugabilidad
más que otros complementos. Por mi parte, el FIFA 09 fue el último que jugué a
lo ancho y a lo largo, para luego exiliarme de aquel lar abocado más en el
internet, emprendiendo algunos blogs y, luego, un programa de radio. Para este
último me encontraba en el verano del 2016 armando una pequeña sección donde
repasar nuestros juegos favoritos de nuestra infancia. Recordando aquel
FIFA 06, pero no así su mencionado video, me puse a buscar acerca del mismo en la red. Y
mediante el anteriormente mencionado sendero de YouTube, llegué a aquella presentación
de goles ingleses y franceses, musicalizado por aquella deliciosamente
extraviada melodía.
Cuando la música llegó a mis oídos, volví a un lugar que
creía que nunca había existido, reencontrarse con algo que no buscabas pero que
de repente te exhibe un pedazo del mapa que creías ya explorado en su
totalidad, pero que aún mantiene secretos reprimidos que contar. Regresé a una
época amarga, a una etapa de incertidumbre, pero que sin embargo esbozaba cosas
hermosas en algún sitio. Los días en mi casa después del divorcio estuvieron
mucho más tranquilos, y de cara a mis 10 años viví una especie de primavera
donde conocí el mundo de los sitios webs y el periodismo aficionado, con el cual hasta hoy en día mantengo un vínculo. Había confusión,
pero también había ideas. Algo transitaba entre aquellos días inexistentes. La
canción seguía sonado. Impactaba, bailaba y moría en algún lugar.
Con un poco de entendimiento de inglés de mi lado, llegué al
título de aquel tema: Black And White
Town de Doves, una banda británica que musicalizó el FIFA 06 con su obra
suprema anteriormente mencionada. La pieza faltante del rompecabezas de este
revivir de vivencias fue cuando pude ver finalmente el videoclip del tema.
Sumergido en el grisáceo transitar inglés, son niños pequeños, de 9 o 10 años,
que corren por las calles sin rumbo alguno, reposan
con resignación su cabeza sobre una pared vacía, pelean entre ellos, patean
bolsas de box y miran hacia la nada misma durante gran parte de la exhibición.
Ellos tienen camisetas de fútbol, en su mayoría del Arsenal, equipo que cuando
se compuso dicha canción, en 2004, se encontraba en el epicentro de la gloria al
consagrarse campeón invicto en la temporada 03/04. Por cuestiones de licencia, el mismo no puede verse desde este sitio, pero es una parada obligatoria en YouTube una vez que terminen la lectura de este escrito.
El circulo completo. La historia de Black And White Town nos
arroja que la infancia no es un transitar dulce donde todo son sonrisas y
juegos. Ya que hay grises, profundos, que duelen. Lugares en blanco y negro,
tal como indica el título. De los cuales queremos escapar. Y una canción que
grita de manera tan profunda tamaña verdad, ¿no podría ser acaso la mejor
canción de la historia?
Black And White Town - Doves, letra traducida por mi:
Aquí viene la acción
Aquí llega, al fin
Lord, dame una reacción
Lord, dame una oportunidad
Deberías caer conmigo hacia abajo
En ciudades satélites
No hay color ni hay sonido
Estaré diez pies bajo tierra
Debo salir de esta ciudad en blanco y negro
Aquí viene algo de acción
Poniendo sonido en mi vida
Debo salir y obtener alguna compensación
Debo salir para hacer andar esto
Bueno, dejame solo
Muchacho, vos intentás encontrar tu camino en este mundo
Mejor asegurate de que vos
No golpeés tu cabeza contra el pavimento
Esto es enfermizo
Ha estado molestándome últimamente
Este es un lugar peligroso ahora
Este es un lugar peligroso
Deberías caer conmigo hacia abajo
En ciudades satélites
No hay color ni hay sonido
Estaré diez pies bajo tierra
Debo salir de esta ciudad en blanco y negro (x2)
Debo salir de esta ciudad en blanco y negro (x2)