sábado, 25 de julio de 2015
Crónicas de Eduardo Acevedo: "Desde jugadores a hinchas me pidieron que no me fuera"
Cuando Banfield perdió la categoría, consumado aquel ya lejano Torneo Clausura 2012, quien escribe este post se encontraba a mitad de camino del cuarto año de la escuela secundaria (a.k.a. primero de polimodal). Por la televisión observaba que, consumada una dura goleada ante Colón por 3 a 0 en un desconsolado Florencio Sola, El Taladro caía en las tinieblas de la segunda división y las caras largas y entristecidas teñían de luto las imágenes de la transmisión. Hubo muchas facetas posterior a aquella nefasta tarde de invierno que no quedaron esclarecidas o que ingresaron en una confusa nebulosa: El club quedó acéfalo, las cuentas económicas se sumergían en el anonimato, la incertidumbre en cuanto a altas y bajas en la plantilla reinaba en los lares banfileños y las elecciones presidenciales intentaban hacer pie ante el desborde de incógnitas de una bomba de tiempo futbolística que, finalmente, detonaba con el descenso.
Quien comandaba a los muchachos del Banfield era el uruguayo Eduardo Acevedo, flamante entrenador tras la abrupta partida a tierras árabe-petroleras de Jorge Da Silva. Con una mirada franca y con un trabajo a pulmón, se encargó de las estrategias de un equipo que intentaba a todo corazón evitar lo que, tristemente, se tornaba inevitable con el pasar de las jornadas. Mientras el mundo se derrumaba y la prensa así lo mostraba, Acevedo, puertas adentro, se ganaba el cariño de jugadores e hinchas. Pero cualquier historia interna fue tragada por, retomando al segundo párrafo, la vacilación y las dudas del post-descenso. La transición dirigencial, con el protagonismo de los días de comicios que determinarían a un nuevo presidente, eran prioridad ante contratos que vencían, jugadores que emigraban y sospechas que se elevaban a tono denunciativo. En esa vorágine, el protagonista de este reportaje, el entrenador Acevedo, dejaría en silencio su lugar en el banco de El Taladro. Su nombre no reaparecería en la prensa Argentina y su persona se alejaría por un largo tiempo de los bancos de suplentes. ¿Qué sucedió exactamente?
Tres años más tarde, un teléfono sonó en la sede del club Cerro de Montevideo, conjunto al cual acababa de arribar el técnico Eduardo Acevedo en su regreso a las canchas tras tres años alejado de las mismas. La buena voluntad de los empleados del club uruguayo hicieron posible arribar a la entrevista que te encontrás leyendo. Un tiempo después de aquella campaña, la historia detrás las indicaciones y las tácticas de Acevedo: Una historia que, a pesar de transcurrir en tiempos complicados ante las dificultades que a veces el fútbol nos propina, esboza el cariño hacia los jugadores y los momentos de unión conjunta independientemente de que marque el resultado del cotejo. El comienzo, el durante, el fin y la reflexión final de la Era Acevedo relada por él mismo, en una entrevista pionera con un entrenador a corazón abierto que elige recordar su experiencia en la Argentina con una sonrisa.
¿Cómo fue tu arribo a Banfield? ¿Quíen te contactó y posteriormente contrató para dirigir a El Taladro?
A mi me vinieron a buscar de Buenos Aires. Yo había jugado la Copa Libertadores con Nacional, enfrentando a Banfield. De ahí había quedado un seguimiento de ellos hacia mi. Se iba El Polilla Da Silva y me vinieron a buscar. Yo era ajeno a muchos problemas. Si tenía muchas ganas de dirigir en Buenos Aires.
A medida que avanzaba el torneo, ¿percibías cierta diferencia con lo que creías que te encontrarías en el club o te imaginabas una situación parecida?
No me imaginaba una situación así, noté muchas diferencias. Lo único rescatable fue la parte de los jugadores. Impresionante en todo sentido. En la parte dirigencial, tuve el apoyo constante. En un momento vi que había cosas que escapaban a mi y presenté renuncia, la cual no me la aceptaron. Vinieron hinchas, dirigentes y los 25 jugadores para convencerme que no me fuera. Y decidí quedarme. Esto fue en la fecha que perdemos con Estudiantes.
Hay un partido que fue algo así como un oasis en el desierto, la goleada 5 a 2 a Olimpo en Bahía Blanca. Me imagino que la recordás bien, ¿no?
Si, perfecto. Aquel equipo jugó muy bien muchas veces. Y por ciertas cosas, o por algún defecto, pelota quieta o detalle, no se nos daban los resultados. Pero el equipo jugó partidos muy buenos, como con San Lorenzo, Unión o Lanús. Si vos ves el video de ese último partido te tirás de los pelos. Dos penales a favor que no nos concedieron. Hubo varios partidos que no se daba el resultado por distintos motivos. Uno ve diferencias en los conceptos arbitrales. De los jugadores, solo tengo agradecimiento para decir. Hasta el día de hoy nos comunicamos, y sabemos lo que vivimos y los momentos que pasamos. La hinchada de Banfield también, la barra vino a hablar conmigo, para decirme que me apoyaban en todo y sabían como era yo. Esas cosas son de agradecimiento.
De alguna manera la situación complicada los unió, ¿verdad?
Si, así es. Pasamos momentos muy difíciles. Cosas que eran imposibles se daban. Faltando seis fechas me quise ir tras perder con Estudiantes y desde jugadores a hinchas y dirigentes me pidieron que no me fuera. Yo creía que debía ser noble ante ese pedido.
¿Cómo te recibió la hinchada, te conocían?
Si, me conocían por haber jugado la copa contra ellos. Con Nacional le ganamos 2 a 0 y lo eliminamos. A Banfield, campeón argentino, lo dirigía Falcioni. Desde el primer día no tuve problema. En las primeras jornadas vino la barra a hablar con los muchachos, y ahí se aclararon los tantos y quedó todo bien. De ahí en más, a pelearla todos juntos. Me queda el dolor de cosas que fueron injustas, y todo sabemos lo que luchamos ahí.
Debemos ir al 24 de Junio del 2012, cuando Banfield pierde la categoría ante Colón. ¿Qué recordás de aquel vestuario?
El llanto de los jugadores. Banfield no se merecía eso, por juego. Yo vi lo que dió cada jugador. La tenía muy clara que habían dado el máximo. Ver las lágrimas de jugadores grandes y chicos es algo que pega y queda en el recuerdo.
Después del descenso hay una nebulosa que nunca podemos terminar de descifrar: Portell se va, el club queda acéfalo, todo dentro de una neblina que nunca la podemos esclarecer. Vos que la viviste desde adentro, ¿cómo fue tu salida de Banfield?
Pasaron muchas cosas. Nosotros habíamos cobrado en Banfield 20 días nada más. La nueva dirigencia de Banfield no reconoció cosas que estaban firmadas. No quede muy contento con ellos. Me hicieron una jugada un día, me llegó un telegrama alegando que yo debía presentarme a las 8 de la mañana estando yo en Montevideo, todo porque yo reclamaba el pago de nuestro dinero. Mandamos un telegrama con los abogados uruguayos que no quisieron reconocer. Tuve mil problemas. De lo de Banfield, cobré la cuarta parte y en veinte cuotas.
Pero entonces, ¿cuando termina el partido ante Colón vos dejas de ser el técnico?
No, yo tenía contrato y nunca se me comunicó nada. Yo me presenté en Buenos Aires para hablar con los dirigentes que habían estado en mi etapa, ya que no conocía a los dirigentes nuevos. Hablé con empleados administrativos también. En un momento, Daniel Garnero me llamó por teléfono y yo le dije que estaba en todo su derecho de asumir, pero que a mi aún no me rescindieron el contrato. Cuando reclalamos nuestro pago, hubo muchas vueltas. Terminamos cobrando un dinero mínimo.
Después de Banfield, ¿en qué consistió tu carrera?
Yo enseguida me fui a Europa. Estuve en Italia y España, recorriendo y viendo entrenamientos. Regresé a Uruguay e hice un precontrato con el fútbol árabe mediante una empresa suiza. Al final no se consolidaron, pero debí esperar 8 meses a que se terminaran los mismos. Después me contrata la cadena Fox. Rechacé varias ofertas para regresar a México de nuevo. Luego ya tenía ganas de dirigr de nuevo, y vino Cerro a buscarme. Estuve cerca de ir a Nacional, anteriormente. Cerro, la única vez que salió campeón, fue conmigo. Por temas familiares no me quería ir al exterior, y le tengo mucho cariño a esta institución.
Tres años pasaron de tu experiencia en Banfield. ¿Volverías al fútbol argentino?
Me interesa el fútbol argentino. Me apasiona. Tengo muchos amigos ahí. Y he dirigido a muchos jugadores del mismo, Damián Álvarez, Ludueña, Colotto... Una lista enorme de jugadores que quedamos con una amistad de por vida. Mismo los jugadores de Banfield, El Laucha Lucchetti, Alayes, Bustamante, Chavez, Facundo Ferreyra... Yo a Argentina la quiero muchísimo. Si lo que me interiorizaría más es en la política interna del club.
Con la hinchada de Banfield, ¿quedó alguna palabra pendiente?
A mi me trataron mejor de lo que yo esperaba. No tengo una palabra, ellos saben bien lo que se vivió. Los que siguieron al equipo partido a partido saben que dimos la vida por Banfield. Agradecimiento, más que nada. Y el lamento y el dolor de no haberles podido corresponder con otras cosas. Pero la hinchada sabe bien las cosas que sucedieron. En ese sentido, estoy muy tranquilo. Constantemente sigo a Banfield. Me alegro mucho por Matías Almeyda, desde el ascenso hasta la actual campaña. La verdad que, en el recuerdo mío, solo es cariño con Banfield.
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